
Democracia y desigualdad en América Latina
El informe Gobernar para las élites. Secuestro democrático y desigualdad económica, publicado por Oxfam, enfatiza la relación interdependiente que existe entre la desigualdad que afecta a América Latina y el control de los procesos democráticos por parte de las élites económicas y políticas. En este marco, se habla de secuestro de la democracia para dar cuenta de una forma de gobierno que favorece a los grupos de poder en detrimento del común de las personas.
El llamado que se hace en el informe enfatiza la necesidad de controlar la desigualdad extrema que vive la región, con el propósito de frenar una dinámica de privilegios que tiende a heredarse de generación en generación. Además, según lo allí señalado, esto se presenta como un asunto básico para recuperar la confianza ciudadana en el sistema democrático y sus instituciones.
Una aproximación a la desigualdad en América Latina
En la región, que es considerada la más desigual del mundo, el 71% de la riqueza se concentra en el 10% más rico de la población. De hecho, en 2015 solo 32 personas concentraban la misma riqueza que los 300 millones de personas más pobres. Ese mismo año, los 5 países con mayor desigualdad fueron Guatemala, Colombia, Brasil, Panamá y México, mientras que los de mayor nivel de igualdad fueron Uruguay y Argentina.
No obstante, la desigualdad en América Latina ha disminuido en la última década, especialmente entre 2012 y 2015, mostrando que esta grave situación puede ser enfrentada con éxito cuando los gobiernos se comprometen a hacerlo. Además, es de recordar que las políticas reductoras de la desigualdad pueden tener efectos sociales democráticos, a través, por ejemplo, del acceso universal a la salud y la educación, a los sistemas de protección social o al empleo digno.
El secuestro de la democracia
Si los efectos que las políticas pueden tener en la reducción de la desigualdad son tangibles, es clave comprender las razones por las cuales los gobiernos no priorizan este accionar en su gestión. Y aquí es donde el informe de Oxfam plantea una clave de lectura potente: los niveles de desigualdad que vive América Latina obedecen al secuestro de los sistemas democráticos por parte de quienes ejercen el poder político y económico. Es decir, resultan del uso que de estos hacen las élites para mantener su posición de privilegios.
Según el mismo informe, ese desbalance en la representación política tiene consecuencias negativas en la garantía de derechos, en tanto las leyes, regulaciones y políticas del Estado no benefician a la mayoría. Así mismo, se establece una comunión entre las élites políticas y las élites económicas que es difícil de romper, especialmente cuando esta es también apoyada por medios de comunicación. La corrupción y el clientelismo, en este contexto, son algunas de las múltiples formas que adopta este secuestro de la democracia.
Efectos en las percepciones ciudadanas
Lo anterior tiene incidencia en la forma como las y los ciudadanos perciben las democracias en la región, poniendo en evidencia que los niveles de calidad de la democracia y los de desigualdad están íntimamente ligados. Así, por ejemplo, según los datos de Latinobarómetro, el 73% de las y los latinoamericanos piensa que se gobierna para los poderosos y no siguiendo los intereses de los votantes, lo cual va en contravía de los fundamentos de cualquier sistema democrático.
En este sentido, habría que señalar que, según Latinobarómetro, en 2016 sólo un 54% de quienes fueron entrevistados prefería un sistema democrático a cualquier otro, mientras que al 23% le era un sistema democrático o uno autoritario. Algo que debe llamar la atención de una región que hasta hace poco estaba dominada por gobiernos dictatoriales y cuyas democracias aún son jóvenes.
Democracia y desigualdad: una relación de interdependencia
Como parte de la investigación que da vida al informe de Oxfam se hizo una correlación estadística entre el Índice de Gini (que mide la desigualdad) y la encuesta de Latinobarómetro (que evalúa la calidad de las democracias latinoamericanas). El resultado de este análisis corrobora que existe una relación directa entre la desigualdad económica y el cuestionamiento ciudadano a la democracia. Así, cuanto mayor es el nivel de desigualdad, mayor es la percepción ciudadana de que algunos grupos influyen tanto en las decisiones políticas que estas terminan ignorando las demandas de la mayoría.
Estos resultados ponen en el foco la importante que es avanzar en la disminución de las injusticias sociales para contar con democracias fortalecidas y renovadas. Sin duda, un reto enorme para los gobiernos que han sido y serán elegidos en el amplio calendario electoral que está viviendo América Latina. Sobre todo, si se tienen en cuenta, como lo enfatiza el informe de Oxfam, que la lucha contra la desigualdad no es problema técnico, sino político.
Puede descargar el informe completo aquí:
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